martes, 4 de mayo de 2010

Una frase para la historia del r'n'r


El rock siempre ha estado abierto a frases que, en ocasiones, han merecido ser esculpidas en mármol. Yo tuve la fortuna de presenciar una de ellas. Su autor fue Sony, líder de la banda valenciana Los Bugas, amiguete de muchos años en el Jo Bar. El tipo, todo un clásico, actuaba bastante tocado en lo referente a sustancias. La coctelera del rock estaba en marcha y daba sus frutos: La banda sonaba potente y Sony derrochaba actitud y talento. Perfecto.
No se si se han fijado en que normalmente, los cantantes de los grupos suelen tener a sus piés pequeños instrumentos con los que ayudan a la banda en ocasiones: una harmónica, pandereta, maracas, etc. Pues bien, Sony tenía los suyos. Y también tenía una chiquilla, guapita, de poco menos de veinte años, que, embelesada por el buen hacer del músico, se tragó el concierto entero justo debajo de sus pies. Siempre mirando hacia arriba con admiración. De vez en cuando, alargaba una de sus manos y cogía la pandereta, o una maraca, en fin, daba una brasa innecesaria. Sony echaba cortas miradas sin perder el ritmo porque -normal- aquello no le molaba nada. La chica, reventando de admiración por el músico, perseveraba en su manía de tocarle los instrumentos. En un momento dado, Sony dejó de cantar, paró la actuación, miró hacia abajo a la chica y le dijo:
"Mira bonita, como vuelvas a tocar la pandereta, te meto una patada en la cabeza"
La chica se levantó toda indignada y se marchó haciendo aspavientos. A la de tres, la banda volvió a sus cosas.
Gran frase. Grande Sony. Grande el r'n'r

sábado, 1 de mayo de 2010

precious moments III: Joe Strummer



Sí amigos. Es Joe Strummer de los Clash. Cliente asiduo del Jo Bar (no faltaba una sola noche). Tan asiduo que llegó a convertirse en amigo nuestro. La primera vez que le vi acercarse a la barra pensé que me las iba a ver con una estrella del punk. Imaginaba destrozos, potas y comportamientos de ese tipo, pero no. Siempre se comportó como un perfecto caballero. Sus modales resultaban siempre exquisitos y sus propinas las mejores que yo vi en años. Eso no quitaba para que se agarrara unos ciegos dignos de su leyenda. Precisamente, en la foto en la que se le ve agachado, estaba pidiendo un "tóxicou", que es como el llamaba a los conocidos rones del bar de Jo. Le encantaba esa bebida que alternaba, en la mejor de las tradiciones, con la cerveza Fink Brau, de la que también se hizo fan (creo que se llegó a hacer una camiseta artesanal con el logo que luego le regaló a JO).
Las conversaciones con él eran siempre bastante interesantes. Demostraba una cultura y una sensatez que uno no relaciona precisamente con el punk. Cuando cerrábamos el bar, él se venía con nosotros a donde fuéramos y siempre me decía que yo tenia "el mejor jodido trabajo del mundo" y tenía razón. A veces le hacía una finta a su mujer -la llevaba a casa y luego él volvía- y nos decía que si su mujer le sorprendía, le iba a dar con el "rodilou" (el rodillo de amasar).
Una noche vi algo que me pareció curioso: Estaba él sentado en una de las mesas tranquilas del Jo Bar con varios chiquillos a su alrededor. Algunos debían ser hijos suyos, otros de sus amigos -venían siempre en plan tribu-. Por supuesto, él estaba mamado, pero les estaba explicando a los chavales la importancia que para el Reino Unido había tenido Winston Churchill. Y lo hacía con un rigor y un lujo de detalles que más parecían corresponder con los propios de un historiador de Cambridge. Los chavales le atendían como apóstoles y no era para menos.
Cuando nos enteramos de su muerte, teníamos planeado un viaje en moto hasta su casa de Inglaterra. Nos había invitado el verano anterior y no pensábamos perdernos aquello ni de coña. Seguro que habría molado.
Un buen tipo el Joe Strummer. Cuando os bebaís un ron el Jo Bar, brindadle alguna de las rondas.
Por cierto, las dos magníficas fotos que veis son obra de Thomas Donner, que por aquél entonces se encargaba de la música en el Jo Bar. Gracias Thomas.